miércoles, 19 de septiembre de 2007

Lisias, siempre un extranjero en su tierra.

Las fuentes clásicas conservadas que nos hablan de Lisias básicamente son las siguientes: algunos datos facilitados por el propio autor, que aparecen dispersos en dos de sus discursos ( Contra Eratóstenes y Frente a Hipoterses, por una esclava ), algunas referencias sueltas en Platón (La República y el Fedro) y en un discurso falsamente adjudicado a Demóstenes y, finalmente, un par de esbozos biográficos ,de Dionisio de Halicarnaso y de Plutarco, éste último falsamente atribuido.

A pesar de que nació en Atenas en el 459 aC (algunos estudiosos no coinciden en esta fecha y la rebajan al 444 aC), no fue un ciudadano ateniense, pues era hijo de Céfalo, un meteco procedente de Siracusa y, como los demás extranjeros residentes, no gozó de los mismos derechos políticos, jurídicos o financieros que el cuerpo de ciudadanos atenienses.

A los 15 años volvió con su familia a Sicilia, concretamente a Turios , donde vivió hasta el año 412, año en que tuvieron que salir a la fuerza , al igual que cualquier otra persona que hubiera mostrado una actitud pro-ateniense, debido a los disturbios políticos subsiguientes a la gran expedición ateniense contra Sicilia en 415.

Entre 412 y 403 vivió nuevamente en Atenas, gozando de una situación económica desahogada, dedicado a gestionar la empresa familiar de fabricación de escudos, en la que trabajaban 120 esclavos. El negocio parece que proporcionaba a la familia generosos beneficios, y les permitía vivir holgadamente, a pesar de tratarse de unos años difíciles por los avatares de la guerra, o tal vez precisamente por ello.

Su situación personal cambiaría dramáticamente con el final de la Guerra del Peloponeso en el 404 y la derrota de Atenas, que supuso para la ciudad la restauración de la oligarquía. El nuevo gobierno de los Treinta Tiranos se sirvió de la estrategia del terror para deshacerse de sus adversarios políticos, matándolos y expropiándoles sus riquezas, y de igual modo arremetió contra los metecos acaudalados, como era el caso de la familia de Lísias.

Por estas circunstancias, se vio obligado a huir , y marchó a Mégara, salvando la vida, suerte que no tuvo su hermano Polemarco.

Desde esta ciudad, apoyó con dinero y armas a la facción democrática que depondría a los oligarcas y restablecería la democracia en Atenas al año siguiente.

Por ello, fue premiado con el derecho a la ciudadanía, según un decreto aprobado para la ocasión, y derogado muy poco tiempo después, por lo que volvió a la condición de meteco hasta el final de su vida, aunque con ciertos privilegios reconocidos jurídicamente.

La profesión de logógrafo de Lisias, parece ser la consecuencia de los avatares políticos que le tocó vivir: de la esmerada educación que recibió durante su juventud en Turios, se sirvió para dar clases de retórica y , sobre todo, para redactar discursos por encargo.

En el 403 decidió llevar a los tribunales a Eratóstenes, uno de los Treinta, a quien culpabilizó del asesinato de su hermano, para lo cual redactó un discurso de acusación. Después de este discurso vendrían los demás y , a partir de ese momento hasta el final de su vida ,en el 379 aC, se dedicó a la redacción de discursos para ser pronunciados en los tribunales por sus clientes, actividad con la que recuperaría parte de su fortuna.

Imagen: detalle interior de la catedral de Ortigia, Siracusa. Sicilia

1 comentario:

Isabel Barceló Chico dijo...

La capacidad de exclusión que tenemos los seres humanos es inmensa. Y no nos andamos con remilgos. Debe ser extraordinariamente doloroso ser de nungún sitio. Besos, querida amiga.