martes, 17 de febrero de 2009

Los residentes del mundo subterraneo III. Éstige

Océano y Tetis tuvieron una larga descendencia formada por todos los ríos y corrientes líquidas, que recorrían todos los rincones de la tierra y alcanzaban las profundidades del mar.
Según Hesíodo, Éstige fue la más sobresaliente de la estirpe femenina, la mayor, y como brazo principal de Océano, quien con su corriente envolvía la tierra, al mismo tiempo ocupaba (como diosa) y recorría (como agua) el mundo subterráneo.
Océano, rodeando la tierra, y Éstige, en su interior, padre e hija, estaban físicamente conectados y ambos estaban asociados al mundo de los muertos.

A excepción del texto de Hesíodo, quien la presenta primero como diosa y después como agua, normalmente encontramos que se alude a Éstige mencionando sus aguas, tal como leemos en Homero.

Hesíodo nos dice que de su unión con Palante (hijo de Euríbia y Crío) Éstige tuvo a Celo, Nike (Victoria), Cratos (Poder) y Bía (Fuerza), y que madre e hijos fueron los
primeros en presentarse ante Zeus como aliados para luchar contra los Titanes. Ello supuso que, en el reparto de honores que hizo el Crónida, los hijos de Éstige fueran recompensados con excelentes dones y la distinción de sentarse siempre al lado del propio dios. Así, entre otros motivos, se explica que el triunfo y gloria de Zeus sean siempre incuestionables, al estar contínuamente acompañado por los hijos de aquella.



Éstige, fue instalada en el lugar opuesto, en las profundidades de la tierra, pero no con menor honor, pues se convirtió en la garante de los juramentos de los dioses. Con tal privilegio aparece desde Homero, tanto en la Ilíada como en la Odisea, y muy detalladamente explica Hesíodo las consecuencias nefastas para aquel de los dioses que cometía perjurio.


El juramento por el agua de Éstige conllevaba supuestamente una libación, expresión del contacto directo con la diosa quien, actuando de juez, condenaba al perjuro.
Para los dioses, el castigo consistía en el destierro, el apartamiento del grupo, y el ayuno, la privación del néctar y la ambrosía, alimento de los inmortales; y ello durante un período de nueve años.
La divinidad desterrada era víctima como de una enfermedad que suponía entrar en coma y permanecer exánime y sin habla. Ni participaba de los banquetes ni de las asambleas divinas, las dos ocupaciones principales de los dioses.


Para el período de nueve años de castigo encontramos paralelismos en la Ilíada, cuando Hesfesto cuenta que estuvo ese mismo período de tiempo apartado y escondido en el fondo del mar con Tetis y Eurínome, al ser arrojado por Hera desde el Olimpo a causa de su cojera. También Prometeo, según Esquilo, estuvo los mismos años encadenado a causa de su traición a Zeus.


Pausanias en el libro octavo de su Descripción de Grecia, dedicado a Arcadia, describe un
paraje natural próximo a Nonacris en el que se encontraba un precipicio muy alto por el que fluía una corriente que los griegos llamaban Éstige, cuyas aguas venían a parar al río Cratis.

Dando un salto al mito, Pausanias referencia los autores que habían hablado del agua de la otra Éstige, la del mundo subterráneo: Hesíodo, Epiménides y con especial mención Homero, por ser el primero.
A continuación, habla de las propiedades nocivas de la corriente arcadia, pues estropeaba totalmente casi todos los materiales que entraban en contacto con su agua; incluso se hablaba de que pudieran estar contaminadas o envenenadas por causar en cierta ocasión, parece ser, la muerte a unas cabras que habían bebido en ella. Solamente se libraba de este poder destructor el casco de caballo, y no explica por qué.
La mala fama de la Éstige arcadia llegó a relacionarse incluso con la muerte de Alejandro Magno, pues algunos habían dicho que éste había sido envenenado con sus aguas, pero eso era algo que el propio Pausanias ni confirma ni desmiente, lo deja a la rumorología.

Parece ser, que desde la Antigüedad se establecieron comparaciones entre la Éstige arcadia y la mítica en estos dos aspectos: en cuanto al paraje natural, que en ambos se trataba de un risco muy elevado por el que destilaba una corriente muy fría que iba a parar a un agua mayor; y en cuanto a las propiedades del agua misma, nocivas y perjudiciales.

Contrariamente, en el mito, si recordamos el interés de Tetis de sumergir a su hijo Aquiles en la corriente subterránea con la intención de inmortalizarlo, encontramos en el agua una propiedad que se opone a los efectos causados a los dioses que cometen perjurio, lo que sirve para corroborar al menos, a pesar de esta oposición o precisamente por ella, sus propiedades verdaderamente sobrenaturales.



*Imagen: de la web. J Patinit, Caronte cruzando la laguna Estigia, s. XVI. Museo del Prado

martes, 10 de febrero de 2009

Los residentes del mundo subterráneo. II



También habitan en el mundo de Hades dos elementos primigenios que nacieron del CAOS: Erebo y Nyx.

De su unión surgieron Éter y Hemera, sus hijos y contrarios.
Dice West (1): “Lo fundamental no es que sean sus opuestos, sino que están de una manera natural asociados con ellos: son incompatibles por naturaleza, pero inseparables en el pensamiento”. En efecto, no hay luz sin oscuridad, ni noche sin día.

Erebo y Nyx represetan la oscuridad, pero no son lo mismo, pues no tendría sentido la duplicidad. Del mismo modo, Éter y Hemera significan aspectos diferentes de la luz.

Erebo representa la oscuridad profunda que ocupa todo el mundo subterráneo; habita en él y lo ocupa con sus tinieblas; es su oscuridad permanente y además, siguiendo una gradación, cuanto más adentro más oscuro.
Se podría decir que el mundo subterráneo es oscuro porque allí habita siempre Erebo.
En ocasiones, su nombre es utilizado para referirse al mundo subterráneo en su conjunto, al espacio en sí, como una sinécdoque: es una manera de designar el todo con el nombre de una de sus partes.



Nyx tiene su morada en el interior de la tierra junto a sus hijos Hipnos y Thánatos.

A diferencia de Éter y Hemera nacidos de la unión de Nyx con Erebo, Hipnos y Thánatos y una lista considerable de personificaciones de carácter negativo constituyen la descendencia de Nyx tenida partenogenéticamente: Moros, (la muerte asignada o fijada para un hombre, frente a las Moiras, que serían las divinidades que asignan o fijan esa muerte), Ker, la tribu de los Oneiroi (los Sueños), Momo (Vituperio, Censura), Lamento, las Hespérides, las Moiras, las Keres, (como divinidades, asumen las mismas funciones que las Erinias: hacen pagar los crímenes. Ker sería la acción en sí de hacer pagar el crimen, la presión ejercida sobre el culpable hasta hacerle sucumbir),Némesis, Engaño, Ternura, Vejez y Eris.

Hesíodo menciona explícitamente las moradas de Hipnos y Thánatos junto a la de su madre Nyx.

Ellos tres y Hemera son, pues, habitantes temporales, eventuales, ocasionales. Y lo mismo podríamos suponer de la mayoría de los otros hijos, que vivirían también en las profundidades de la tierra y emergerían a su superficie como azote para los hombres de manera transitoria.

Nyx representa la oscuridad, pero no en el interior de la tierra, sino sobre la superficie de ella. Como sus dos hijos, no es una residente fija del mundo subterráneo; va y viene; entra y sale. Cuando sale a la superficie de la tierra, cubre a ésta con una densa y oscura nube y lleva a los mortales a uno de sus hijos, a Hipnos, el Sueño.
Al regresar al interior, su ausencia es ocupada por su hija Hemera, el Día, su contrario, que lleva la luz a los hombres.
Ahí reside la diferencia de “luminosidad ambiental” entre el interior y la superficie de la tierra: en ambos lugares se produce la presencia alternada de Nyx y Hemera, madre e hija, noche y día; cuando está una, no está la otra; pero en el mundo subterráneo está siempre Erebo, y su presencia contínua imprime permanentemente a ese mundo su carácter sombrío, lóbrego y tenebroso.

Por su parte, Éter, sobre la tierra siempre, se sitúa en el punto más alejado de ella.Hay también como una gradación en la intensidad de luz: cuanto más alto, más luz, y en lo más extremo no llega Nyx, por tanto nunca hay oscuridad.






(1)-M. L.West, Hesiod, Theogony. Oxford University Press, 1966

Imágenes:
*Lecito ático. 440 aC. Thanatos e Hipnos llevando el cuerpo de Sarpedón a su tumba. British Museum.
**Detalle del lecito anterior.