He tenido la suerte de asistir esta semana pasada, del 4 al 11 de Julio, a la quinta edición del curso CIRCE para profesores europeos de Lenguas Clásicas, que ha tenido lugar en el pequeño pueblo de Aquileia, en la región de Friuli-Venecia Julia, en el noreste de Italia.
El curso forma parte de la oferta para este año del Programa Comenius dentro del Programa de Aprendizaje Permanente de la Unión Europea.
Merece una reflexión esta experiencia por lo que supondrá en mi actividad profesional y en mi vida personal.
Como todos sabéis, la revolución tecnológica que ha supuesto la aparición de Internet ha hecho necesario que también en educación se produzca un ajuste, o más bien una trasformación de los métodos pedagógicos que se venían utilizando hasta ahora, para adaptarlos a los requerimientos de la nueva sociedad en que vivimos. Muchos de los cursos de formación a los que asistimos aquí en España van encaminados a ayudar al profesor en ese proceso, y este curso de CIRCE tenía el mismo objetivo: MOSTRAR LAS POSIBILIDADES QUE LA NUEVAS TECNOLOGÍAS APLICADAS A LA EDUCACIÓN OFRECEN A LOS PROFESORES DE CLÁSICAS PARA TRASFORMAR Y MEJORAR EL PROCESO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE.
Acostumbrada a los cursos de formación en el Cefire de Sagunto o Valencia, con estupendos compañeros que ya nos conocemos de largo, por la reincidencia en que asistimos a las convocatorias periódicas para formarnos y actualizarnos, en esta ocasión el reto ha sido mayor. Se trataba de salir de España y convivir durante una semana con profesores de Clásicas de otros países de Europa (Francia, Reino Unido, Bélgica, Dinamarca, Grecia, Holanda, Chipre, Alemania), para intercambiar experiencias didácticas, asistir a ponencias formativas sobre Clásicas y TIC y conocer el entorno cultural de la región que nos albergaba. Todo ello utlizando como lengua vehicular común el inglés.
El programa del curso estaba estructurado en una hábil combinación de sesiones teóricas, prácticas individuales en las aulas de Informática, sesiones de exposición de casos prácticos propuestos por los participantes del curso para dar a conocer sus recientes actividades, y talleres de trabajo en grupo para realizar un proyecto colaborativo final.
A grandes rasgos, los contenidos nos mostraron toda una batería de recursos informáticos y nuevas aplicaciones que podemos utilizar para mejorar nuestra actividad docente. Respondían a dos grandes apartados: material y proyectos que ya existen en la red y que podemos utilizar libremente (o no) según nuestras necesidades, y aplicaciones que permiten crear nuestro propio contenido con más o menos habilidad: diseño de páginas web individuales y colaborativas, edición de imágenes, edición de archivos de sonido, mapas conceptuales, plataformas de gestión de contenidos y aprendizaje a distancia..., sin olvidar la información sobre programas europeos colaborativos como eTwinning.
Cada jornada era maratoniana: algunos nos desplazábamos en bici desde Aquileia a Cervignano, a pocos kilómetros, donde se encontraba el centro en el que se impartía el curso; el resto, iban en minibus. ¡Agradables paseos (a veces un poco sofocantes por el calor) que no olvidaré, mientras charlábamos unos y otros de un poco de todo en las idas y venidas!
La alternancia de exposiciones teóricas y prácticas en la sala de ordenadores con algún pequeño descanso, era la estructura básica de cada día: en la sala de informática podíamos poner a prueba nuestas habilidades en las aplicaciones que se nos presentaban.
Las excursiones servían de relax al mismo tiempo que testimoniaban el patrimonio histórico y cultural de la región: Aquileia, fundada en 181 aC como colonia romana para proteger la frontera noreste de otros pueblos vecinos, fue una importante ciudad romana desde la época de Augusto, hasta su destrucción en el 401 por los Hunos de Atila, y pudimos ver in situ una pequeña parte de aquella esplendorosa ciudad en su foro, el puerto fluvial, y el Museo Arqueológico (lástima que estuviera prohibido hacer fotos!).
Visitamos también la vecina Grado, cuya catedral fue sede patriarcal durante la Edad Media, y la maravillosa ciudad de Trieste, que muestra el paso de los siglos desde sus orígenes romanos, con su foro y teatro, hasta los esplendorosos palacios neoclásicos de la plaza dell' Unitat d'Italia , y la convivencia pacífica de diversas religiones, como testimonian la catedral de S. Justo, la iglesia de Santa Maria la Mayor o la de San Antonio y la iglesia ortodoxa S. Spiridione.
Pude descubrir que los profesores de Clásicas de otros países europeos tienen problemas similares a los que tenemos nosotros en España: completan horarios con materias diversas como arte, lengua, filosofía y tampoco tienen mucha accesibilidad a las aulas de Informática.
La mayoría de ellos impartían clases tanto de Latín como de Griego, en una misma especialidad.
En muchos casos la dos lenguas clásicas tenían más presencia en sus respectivos sistemas educativos, pues ya arrancaban desde el nivel equivalente a nuestra Educación Secundaria.
Lo mejor de todo ha sido la dimensión transnacional del curso, indiscutiblemente. Observar que tenemos muchos puntos en común con otros profesores de Clásicas de otros países europeos ha sido fabuloso: la misma vocación y amor por el mundo clásico, los mismos intereses para aprender y descubrir cosas nuevas relacionadas con nuestra especialidad, las mismas ganas de trabajar para entusiasmar a nuestros alumnos cada día, la misma necesidad de luchar para tener alumnos en nuestras clases...
El curso forma parte de la oferta para este año del Programa Comenius dentro del Programa de Aprendizaje Permanente de la Unión Europea.
Merece una reflexión esta experiencia por lo que supondrá en mi actividad profesional y en mi vida personal.
Como todos sabéis, la revolución tecnológica que ha supuesto la aparición de Internet ha hecho necesario que también en educación se produzca un ajuste, o más bien una trasformación de los métodos pedagógicos que se venían utilizando hasta ahora, para adaptarlos a los requerimientos de la nueva sociedad en que vivimos. Muchos de los cursos de formación a los que asistimos aquí en España van encaminados a ayudar al profesor en ese proceso, y este curso de CIRCE tenía el mismo objetivo: MOSTRAR LAS POSIBILIDADES QUE LA NUEVAS TECNOLOGÍAS APLICADAS A LA EDUCACIÓN OFRECEN A LOS PROFESORES DE CLÁSICAS PARA TRASFORMAR Y MEJORAR EL PROCESO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE.
Acostumbrada a los cursos de formación en el Cefire de Sagunto o Valencia, con estupendos compañeros que ya nos conocemos de largo, por la reincidencia en que asistimos a las convocatorias periódicas para formarnos y actualizarnos, en esta ocasión el reto ha sido mayor. Se trataba de salir de España y convivir durante una semana con profesores de Clásicas de otros países de Europa (Francia, Reino Unido, Bélgica, Dinamarca, Grecia, Holanda, Chipre, Alemania), para intercambiar experiencias didácticas, asistir a ponencias formativas sobre Clásicas y TIC y conocer el entorno cultural de la región que nos albergaba. Todo ello utlizando como lengua vehicular común el inglés.
El programa del curso estaba estructurado en una hábil combinación de sesiones teóricas, prácticas individuales en las aulas de Informática, sesiones de exposición de casos prácticos propuestos por los participantes del curso para dar a conocer sus recientes actividades, y talleres de trabajo en grupo para realizar un proyecto colaborativo final.
A grandes rasgos, los contenidos nos mostraron toda una batería de recursos informáticos y nuevas aplicaciones que podemos utilizar para mejorar nuestra actividad docente. Respondían a dos grandes apartados: material y proyectos que ya existen en la red y que podemos utilizar libremente (o no) según nuestras necesidades, y aplicaciones que permiten crear nuestro propio contenido con más o menos habilidad: diseño de páginas web individuales y colaborativas, edición de imágenes, edición de archivos de sonido, mapas conceptuales, plataformas de gestión de contenidos y aprendizaje a distancia..., sin olvidar la información sobre programas europeos colaborativos como eTwinning.
Cada jornada era maratoniana: algunos nos desplazábamos en bici desde Aquileia a Cervignano, a pocos kilómetros, donde se encontraba el centro en el que se impartía el curso; el resto, iban en minibus. ¡Agradables paseos (a veces un poco sofocantes por el calor) que no olvidaré, mientras charlábamos unos y otros de un poco de todo en las idas y venidas!
La alternancia de exposiciones teóricas y prácticas en la sala de ordenadores con algún pequeño descanso, era la estructura básica de cada día: en la sala de informática podíamos poner a prueba nuestas habilidades en las aplicaciones que se nos presentaban.
Las excursiones servían de relax al mismo tiempo que testimoniaban el patrimonio histórico y cultural de la región: Aquileia, fundada en 181 aC como colonia romana para proteger la frontera noreste de otros pueblos vecinos, fue una importante ciudad romana desde la época de Augusto, hasta su destrucción en el 401 por los Hunos de Atila, y pudimos ver in situ una pequeña parte de aquella esplendorosa ciudad en su foro, el puerto fluvial, y el Museo Arqueológico (lástima que estuviera prohibido hacer fotos!).
Visitamos también la vecina Grado, cuya catedral fue sede patriarcal durante la Edad Media, y la maravillosa ciudad de Trieste, que muestra el paso de los siglos desde sus orígenes romanos, con su foro y teatro, hasta los esplendorosos palacios neoclásicos de la plaza dell' Unitat d'Italia , y la convivencia pacífica de diversas religiones, como testimonian la catedral de S. Justo, la iglesia de Santa Maria la Mayor o la de San Antonio y la iglesia ortodoxa S. Spiridione.
Pude descubrir que los profesores de Clásicas de otros países europeos tienen problemas similares a los que tenemos nosotros en España: completan horarios con materias diversas como arte, lengua, filosofía y tampoco tienen mucha accesibilidad a las aulas de Informática.
La mayoría de ellos impartían clases tanto de Latín como de Griego, en una misma especialidad.
En muchos casos la dos lenguas clásicas tenían más presencia en sus respectivos sistemas educativos, pues ya arrancaban desde el nivel equivalente a nuestra Educación Secundaria.
Lo mejor de todo ha sido la dimensión transnacional del curso, indiscutiblemente. Observar que tenemos muchos puntos en común con otros profesores de Clásicas de otros países europeos ha sido fabuloso: la misma vocación y amor por el mundo clásico, los mismos intereses para aprender y descubrir cosas nuevas relacionadas con nuestra especialidad, las mismas ganas de trabajar para entusiasmar a nuestros alumnos cada día, la misma necesidad de luchar para tener alumnos en nuestras clases...
¡Toda una experiencia que recomiendo a todos!
Dejo aquí este video que recoge sobre todo el ambiente de trabajo que reinaba en el grupo y algunos guiños que sólo ellos entienden.
¡BUEN VERANO!