Son cartas de amor. O mejor, de desamor. En ellas leemos lo que el alma desvela cuando se da rienda suelta al sentimiento.
Mediante ellas las remitentes envían a sus amantes quejas de amor, desesperadas súplicas para que vuelvan a ellas, al mismo tiempo que reproches y maldiciones. Se mezcla el odio y el amor, como suele ocurrir en las grandes pasiones que se tuercen.
Una de ellas es la escrita por Ariadna a Teseo allí, en la isla de Naxos, abandonada a su suerte por el desalmado ateniense, después de ayudarlo en el laberinto a enfrentarse con el Minotauro y a encontrar la salida. Convertida en fugitiva. Traidora. Autoexiliada. Todo por amor.
¡Desagradecido!
Aún sin saber que estaba destinada a una boda divina.
Imagen: Ariadna, 1898. John William Waterhouse.
Comienza la epístola, sin rodeos, con un reproche y un tono de resentimiento que emite Ariadna nada más tomar conciencia de que ha sido abandonada en la isla: “malvado Teseo”, “más compasiva que tú encontré a la raza toda de las fieras”, “criminalmente tendiste una trampa a mi sueño”.
Ariadna despierta con el gorjeo de los pájaros y el frescor de la escarcha de la estación fría. Ella, la amada, recién salida de un dulce sueño compartido con su amante Teseo, descubre para desconcierto suyo, que éste no está: “no había nadie”.
Inmediatamente la invade el miedo: “aterrada me levanto”.
Sin ninguna concesión a la duda ni oportunidad a la razón, la desesperación y la rabia se apoderan de ella: “ en seguida mi pecho resuena con los golpes de mis palmas, y desordenados por el sueño como estaban, me arranco mil cabellos”.
Con la obnubilación provocada por la irritación corre de un lado para otro sin saber a dónde, angustiada, y sin cesar lo llama, recibiendo por respuesta el eco de su propia voz: “corro sin rumbo”, “al gritar por toda la costa ¡Teseo!, devolvían las cóncavas rocas tu nombre”.
Desde una pequeña colina que junto al mar recibe el bravo oleaje vio la velas del barco de Teseo; su confusión es tal que no llega a creerse que el barco se esté alejando sin ella; la consternación le impide lamentarse, y en lugar de eso, grita; grita al viento el nombre de Teseo, maldiciéndolo; agita al aire los brazos para hacer señales y sacude una larga rama con un velo blanco atado a un extremo, a modo de bandera, que pueda ser vista en la distancia: “No me permite languidecer largo tiempo mi dolor; por él me reanimo, me reanimo y a grandes voces llamo a Teseo”.
Cuando finalmente el barco desapareció en el horizonte, la desesperada energía se convirtió en desconsuelo y se abandonó al llanto: “¿qué podían hacer mis ojos mejor que llorarme?"
Anduvo sin rumbo inconsciente o ida: “O he andado errante, sola, los cabellos esparcidos, cual bacante poseída por el dios Ogigio”, o se dejó caer, vencida por el agotamiento, sin advertir el frío de la soledad: “o me he sentado, helada, sobre una roca mirando al mar. Y yo misma he sido tan piedra cuan piedra era mi asiento”, para volver de nuevo sobre sus pasos hasta el lugar donde se recostaron los dos, y llorar amargamente con nostalgia sobre el lecho que cobijó el cálido amor: “y toco tus huellas, lo único que puedo, en vez de a ti y las colchas que se entibiaron con tus miembros”.
Seguidamente toma consciencia de la situación: se encuentra en un lugar inhóspito, apartado de las rutas comerciales. Además, es una exiliada, no puede volver a su patria, Creta, con su familia. Recuerda la falta cometida: traicionó a su patria y a su padre al ayudar a Teseo en el laberinto en su enfrentamiento con el minotauro, y a salir de allí con el hilo, guía de su salvación: “¿Qué puedo hacer?
¿A dónde me dirigiré? La tierra de mi padre me niega la entrada.
A cambio de su ayuda Teseo le prometió amor eterno, cosa que no cumplió, por lo que se ve ahora completamente abandonada. Se lamenta por su futuro incierto y el miedo la invade: teme a las fieras salvajes, a vivir como esclava: “Ahora evoco no sólo lo que he de soportar, sino todo lo que puede sufrir una mujer abandonada. Mil formas de morir acuden a mi mente”
Le viene a la memoria el recuerdo de la muerte de Androgeo, hijo también de Minos, motivo de lucha entre atenienses y cretenses y, por tanto, con la victoria de éstos últimos, el sometimiento de Atenas. No se viera Ariadna ahora abandonada, de no haberse producido ningún motivo para el amargo tributo.
El sueño, que la sumió en la confianza, el viento, que hizo las velas veloces, y la palabra de compromiso, que se tornó vana, se han conjurado contra ella. Y a cambio de su amor, recibirá una muerte sola: “Las aves marinas se posarán sobre mis huesos no enterrados”. ¿Este es el sepulcro que han merecido mis servicios?
Por última vez, recupera el tono de súplica y, completamente abatida, desolada y vencida, implora a Teseo para que vuelva, aunque sea a recoger sus huesos: " Estas manos destrozadas de golpear mi triste corazón, las tiendo, infeliz, a ti, a través del ancho mar. Profundamente abatida te muestro estos cabellos que me quedan. Por las lágrimas que hacen brotar tus acciones, te suplico: vira tu nave; Teseo, y, al cambiar el viento, retrocede. Si antes he muerto, tú al menos llevarás mis huesos".
Las citas corresponden a la traducción de :
FRANCISCA MOYA DEL BAÑOCatedrática de la Universidad de Murcia
C.S.I.C. 1986
Realmente es una carta desde la profunda amargura de una mujer traicionada por su amante, al que ha entregado todo su amor, en quien había confiado y por quien había sido capaz de abandonar todo, y que ahora se ve completamente desvalida y abocada a una muerte solitaria.
Desde luego, es una carta conmovedora. Aún conociendo el mito de antemano, estas palabras, escritas desde un corazón desgarrado, roto de amor, no nos dejan indiferentes. Inevitablemente sentimos la necesidad de consolar a Ariadna, de animarla, de estar a su lado y acompañarla; nos solidarizamos con ella, decimos que ha sido víctima de una infame deslealtad.
No juzgamos a la hija traicionera, ni a la hermana cómplice de un asesinato, ni siquiera a la ciudadana desleal de un país, no es el momento. En el poema sólo se incide en la amante que, oyendo a su corazón, prefirió al extranjero antes que a su familia y a su patria.
Por otra parte, la imagen del héroe ateniense queda bastante mermada, desmitificada, ya que es el causante del infortunio de Ariadna, y nos resulta un desagradecido, desconsiderado, felón, traidor e insensible.
¿Qué motivos llevarían a Teseo a abandonar a tan valiente mujer engañándola y humillándola de tal modo?
Imagen: La estatua silenciosa (Ariadna), 1913. Giorgio De Chirico.
El personaje de Ariadna de Creta ha sido motivo de inspiración en la Literatura occidental en diversas ocasiones. El Poema 64 de Catulo y la epístola Ariadna a Teseo de Ovidio constituyen las dos más importantes fuentes literarias en las que se basa la tradición literaria clásica.
Este pasaje del abandono de Ariadna en la isla de Naxos, con toda la carga emocional que conlleva, permite encontrar diversas recreaciones del tema por poetas de diferentes estilos y épocas:
A Ariadna, dejada de Teseo, en Sonetos. Juan de Arguijo. 1567-1623
Ariadna, en Poesías. 1802. Manuel José Quintana.
Ariadna en Naxos, en Y Otros Poemas. 1973. Jorge Guillén.
Ariadna en Naxos, en Y Otros Poemas. 1973. Jorge Guillén.
El lamento de Ariadna, en Saudade. 1999. Claribel Alegría.
Vuestro trabajo debe seguir las siguientes lineas:
En primer lugar tenéis que elegir uno de los siguientes personajes femeninos relacionados con diferentes leyendas heroicas y conocer el mito que protagonizan. Deberéis aportar al menos dos fuentes literarias clásicas que nos sirvan para conocerlo citando algún fragmento.
He aquí los personajes:
Hipermestra, Fedra, Hipólita, Filis, Medea, Deyanira, Casandra, Clitemnestra, Ifigenia, Briseida, Hermione, Nausícaa, Penélope, Calipso, Circe, Andrómeda.
A continuación, conocido bien el personaje, su personalidad y carácter, os lanzaréis a la búsqueda de al menos dos poemas de la tradición literaria occidental de épocas distintas que referencien el personaje.
Hay que comentar en lineas generales el contenido de los poemas indicando si se da alguna de estas posibilidades:
-si se trata de poemas narrativos que reproducen fielmente algún pasaje del mito clásico, o si por el contrario suponen una reelaboración que aporta una nueva visión del personaje y de su historia, que rompe de alguna manera con las fuentes de la Antigüedad,
-o si se trata de una exposición de sentimientos, emociones y vivencias del poeta, que se identifican con algún aspecto del personaje mitológico, y que por ello se alude a él, a modo de ejemplo,
-o si se trata únicamente de breves alusiones metafóricas.
A continuación debéis elaborar un poema que referencie el mito.
Hay que incluir grabación con Audacity de uno de los poemas comentados y del personal.
Publicación:
-post del trabajo en su conjunto en el blog de aula.
-publicaciones de hallazgos puntuales en el muro de Entre clásicos y modernos de Facebook.
Exposición oral: 15 minutos.
Heramientas: Blogger; Audacity. (Cualquier otra herramienta para quien la domine).