La gran fiesta de la ciudad en honor de todos los muertos era las Antesterias (τό ἄνθος,ους : flor), que se celebraban el 11, 12 y 13 del mes Antesterion, (Febrero) en honor del dios Dioniso.
-La fiesta comenzaba el primer día con “la apertura de las jarras”, los Pithoigía (ὁ πίθος, ου: gran tinaja de barro metida en tierra). Con el ritual de la apertura de grandes jarras de vino, se evocaba la salida colectiva de los muertos del mundo subterráneo, precisamente a través del vino, elemento líquido asociado a Dioniso como ningún otro, que servía de canal o paso directo entre los muertos y el mundo de los vivos.
-Una segunda materialización de la llegada de los difuntos la representaba la apertura del templo más antiguo dedicado a Dioniso, el del Pantano de Atenas (Limnai), que tenía lugar el segundo día de la fiesta, y que permanecía cerrado durante el resto del año.
Ese era el día de las “libaciones a los muertos”, khoaí (ἡ χοή,ῆς: libación en honor a los muertos), mediante las cuales se provocaba la venida del dios, su epifanía. Para ello se derramaba abundante vino, en señal de ofrenda a los muertos y a su representante, Dioniso.
En Atenas, la llegada del dios tenía lugar en dos sitios a la vez: en la orilla del Pantano, junto a su templo, y a orillas del mar; y se festejaba su entrada en la ciudad mediante una procesión en la que el dios, venido del mar, se paseaba por la ciudad sobre un barco con ruedas.
Acompañado por sátiros enmascarados, Dioniso atraviesa las calles con su cortejo infernal: se percibe un terrible escándalo entre el sonar de las flautas, salpinges, chirimías y tamboriles, además de los gritos que jóvenes subidos en carros lanzaban a la asistencia. También desfilaban jóvenes vestidos en disfraces, y todos iban avanzando al son de la música con pasos de baile.
La procesión es vista como un auténtico advenimiento de los espíritus, y causaba al mismo tiempo terror y fascinación.
Asimismo, en este día se ofrece por primera vez a los niños de más de tres años vino, en “cuencos de barro cocido”, los khoés (ὁ χόος , χοῦς ), que dan nombre al día, como símbolo de integración cívica, según la ley dionisíaca.( la del misterio, ambigüedad, contradicción, subversión, frenesí…)
El vino es librado generosamente también a los jóvenes, que se emborrachan sin miramientos, al igual que los hombres adultos, que participan en concursos de a ver quién bebe más.
Las jóvenes, a su vez, protagonizan el ritual de los columpios, las aiórai, (ἡ αἰώρα,ας: columpio), ligado también, como los demás, a la muerte: el juego del balancín de las jóvenes atenienses que, mientras se columpian, entonan canciones obscenas, simboliza la peculiar forma de integración de las niñas en el mundo de la sexualidad, según Dioniso, pues recuerda el ahorcamiento que protagonizaron algunas mujeres en el mito, desesperadas de amor.
La fiesta de este día culminaba en la unión sagrada del dios con la βασσίλινα, la reina, la mujer del arconte rey, que tenía lugar en el ágora, en particular en el Bucolion, antigua residencia del arconte rey, cerca del Pritaneo.
Previamente tenía lugar la ceremonia de la mezcla de vinos que realizaban las catorce mujeres asistentes de la reina, ante la presencia en forma de máscara del dios, evocando con ello nuevamente su epifanía.
La reina, la mujer del arconte rey, que en época clásica no es más que un magistrado designado a suertes para desempeñar el cargo durante un año, representa a todas las mujeres y, en general, a toda la ciudad, que se rinde ante el dios y se deja invadir por los poderes que representa: la muerte, la sexualidad, la libre unión, el delirio, el salvajismo, la involución de las normas, la plenitud de la juventud, la locura…
Durante todo el día, la ciudad está bajo el dominio de Dioniso y su cohorte infernal: salvo el del Pantano, los templos están cerrados y ya no protegen la ciudad, más bien se protegen ellos mismos, cercados con un cordón, de las fuerzas subterráneas; se embadurnan las puertas de las casas con pez para evitar que los muertos traspasen los umbrales; los hombres se emborrachan; las vírgenes se columpian; las asistentes de la reina realizan sacrificios en los altares del Pantano (civilizado recuerdo del descuartizamiento que realizaban las ménades en el mito); allí cerca se derrama agua en abundancia para que las almas la beban, o trepen por ella para salir a la superficie de la tierra; allí mismo también se rinde culto a la diosa Tierra.
-El tercer día, el de “las marmitas”, khýtroi (ὁ χύτρος, ου), dedicado a Hermes, por ser el guía de las almas, todos participan de un banquete en el que se comía un puré hecho a partir de diversos cereales, el mismo que ofrecían a los muertos en las vasijas de barro que dan nombre al día; también se les daba de beber, derramando agua en las grietas del suelo próximas al Pantano.
Y, tras alimentarlos, se les despedía, con amenazas y a bastonazos: ¡Fuera de aquí, o Keres, las Antesterias han terminado!
La complejidad y multiplicidad de rituales de las Antesterias responden al hecho de que desde antiguo eran fiestas primaverales de las flores, a la vez que dedicadas al culto de los muertos y de Dioniso, que vienen como éstas de abajo, de la tierra, y en ellas las mujeres ocupaban el primer plano, tal como el cortejo femenino del que siempre se hizo acompañar el dios.
A lo largo de los tres días los rituales se suceden, se yuxtaponen, repitiendo una y otra vez el tema central: la representación de la llegada de Dioniso y del mundo subterráneo al mundo de los vivos.
Bibliografía:
-Walter F.Otto, Dioniso. Mito y culto.Trad.de Cristina García. Madrid: Ediciones Siruela, 2001
-Maria Daraki, Dioniso y la Diosa Tierra. Trad. de Belén Gala. Madrid: Abada Editores, 2005
Imágenes:
*Detalle ánfora con Dioniso procedente del Museo Arqueológico de Madrid
**Relieve romano de mármol de una ménade y dos sátiros en una procesión dionisíaca, 100 aD. British Museum
***Hermes y Dioniso sentados en el centro del friso este del Partenón. British Museum
(ahora ya entiendo por qué están sentados juntos)