Fue frecuente en Grecia la práctica del arte adivinatoria. El mantis ,adivino, gozaba de mayor consideración que el sacerdote y este oficio se transmitía de padres a hijos. Interpretaba la voluntad de los dioses a partir de signos o señales como los truenos, los relámpagos, los eclipses, los terremotos... y acontecimientos casuales como el vuelo de los pájaros, encuentros en la calle, palabras oídas por casualidad, los sueños, un estornudo que se oía a la izquierda o a la derecha, el análisis de las vísceras de los animales sacrificados...
Mayor importancia tenían otras formas de profecía organizadas y que se llamaban Oráculos, lugares de manifestación de la sabiduría y voluntad de algunas divinidades donde acudían particulares y gobernantes. Eran administrados por corporaciones sacerdotales, quienes conservaban en sus archivos copias, tanto de las preguntas como de las respuestas.
su oráculo, haciendo que una sacerdotisa, llamada Pitia o Pitonisa en memoria de la serpiente Pitó, en este templo, aislado del mundo, en un ámbito de impresionante silencio, y en medio de las fuerzas de la naturaleza transmitiera sus respuestas.
Los días en que se consultaba, la pitonisa, una vez que se purificaba con agua de la fuente Castalia próxima al santuario, sentada en un trípode en lo más profundo del templo, el ádyton, (lugar reservado sólo para ella) en estado de trance provocado por unas emanaciones de la tierra, o por otros procedimientos, lanzaba gritos inarticulados y frases inconexas, que los sacerdotes traducían a los fieles. Los mensajes se redactaban en frases con doble sentido y eran difíciles de interpretar.
Coronaban la entrada leyendas escritas con letras de oro sobre los muros, que atraían la atención del visitante y lo invitaban a meditar. Estas leyendas se atribuían a los “Siete Sabios de Grecia”, y aconsejaban entre otras cosas el dominio de sí mismo y la moderación: “¡Conócete a ti mismo!”, “¡Nada en exceso!”, y “sé prudente!”.
Lo que la doctrina apolínea trataba de inculcar es que el hombre no debe ni vanagloriarse ni presumir de su piedad, ha de tener conciencia de sus propias limitaciones, de la omnipotencia divina y que ha de someterse a los dioses; cualquiera que sea el camino que el hombre tome para evitarlo, los vaticinios del oráculo siempre se cumplen, e insiste en la humildad del hombre en comparación con los dioses. Su mensaje forma parte de una corriente político-social y religiosa del último siglo de la edad arcaica ,el legalismo, que buscaba orden frente al desasosiego e intranquilidad de este período, provocados por los cambios políticos y económicos y las luchas sociales.
De todas partes se recibían presentes para el dios Apolo, y en tan gran cantidad que su templo era insuficiente para guardarlos a todos. Por eso los Estados griegos más ricos mandaron construir en Delfos pequeños edificios (“tesoros”) donde se conservaban los obsequios de la divinidad.
(El post “La sacerdotisa de Delfos” puede ayudar a la comprensión del tema)
4 comentarios:
Me alegra mucho poder leerte de nuevo! Ya echaba de menos tus interesantes artículos.
Besos
Me ha gustado muchísimo este post. Siempre tan interesante... Saludos cordiales y felices vacaciones.
Aprendí mucho con tu artículo. Pero me quedé sin saber nada del oràculo de Eleusis, que aparece en en título, pero no en el desarrollo del tema. Puedes decirme algo sobre él.
Efectivamente, disculpa Sergio la incongruencia; ello se debe a que el título responde con exactitud al enunciado del tema que forma parte del temario de cultura de 2º de Bachillerato en la Comunidad Valenciana.
Desde luego en Eleusis no existía ningún oráculo.
Siento la confusión.
Un saludo
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