Todos sabemos que, de las reformas institucionales y sociales que llevó a cabo Clístenes, como compensación a la ayuda que recibió del pueblo, para enfrentarse a las otras grandes familias que aspiraban también a tomar las riendas de la ciudad, tras el derrocamiento de la tiranía en Atenas, el resultado de ello fue que, en unos pocos años , progresivamente, Atenas se convirtió, de forma inédita, en una sociedad democrática, con ciudadanos que gozaban de derechos políticos y sociales, con una absoluta igualdad ante la ley, libertad de expresión y libertad para votar en todas las decisiones públicas.
Pero para ser ciudadano se requerían dos condiciones: ser varón hijo de padre ateniense ( a partir de la ley de Pericles de 451, también de madre ateniense) y tener veinte años.
Así, quedaban excluidos de este grupo social , por una cuestión de edad, los niños, pero por naturaleza las mujeres, los metecos y los esclavos.
La palabra meteco proviene del étimo griego μέτοικος (μετά, οἶκος ): el que vive entre, juntamente con.
El término aparece en algunos autores con el significado de “extranjero que viene a establecerse en algún lugar”. A veces, en otros, se utiliza como sinónimo de ξένος , simplemente extranjero, o en oposición a ἐγγενής , en el sentido de que no es del mismo linaje, no es pariente, no es indígena, no es de la patria, o incluso en oposición a ξένος, en cuanto que no es un forastero huésped en una casa con quien se establecen lazos de hospitalidad recíproca.
En Atenas, muy en particular , el término se usa para referirse a un extranjero residente en la ciudad que paga un impuesto especial.
Atenas acogió a muchos metecos; la mayoría eran griegos que, en el s V , llegaron a representar aproximadamente la mitad del número de ciudadanos , unos 20.000.
Los metecos estaban sujetos a casi todas las obligaciones financieras de los ciudadanos (εἰσφοραί); tenían que hacer frente a la mayoría de las λειτουργίαι (servicios o encargos públicos desempeñados a costa propia) con la excepción de la trierarquía, que suponía el mando de un barco de guerra, cargo que se reservaba para los ciudadanos.
Lo que los singularizaba del resto de la población , desde el punto de vista tributario, era el pago obligatorio de un impuesto especial, τό μετοίκιον, (12 dracmas anuales los hombres y 6 las mujeres).
Un meteco podía amasar una importante fortuna e invertirla en bienes muebles y esclavos que trabajaran en su negocio, pero no en casas o tierras, a no ser que se le concediera el derecho de adquisición ( ἔγκτησις ), con lo cual, gozaba del privilegio de la ἰσοτέλεια , exactamente la misma tributación que cualquier otro ciudadano, situación de la que gozaron sólo unos pocos.
El porqué de esta situación se puede hallar en el carácter agrario de la sociedad griega y en la evolución del sistema de gobierno hacia la democracia: la tierra , al igual que otros derechos, primeramente en manos de las familias aristocráticas irá , no sin intensos conflictos, parcelándose y distribuyéndose entre un mayor número de campesinos que la trabajan; el hombre libre vive del producto de su tierra que ha conseguido como un derecho, a cambio de su participación en el derrocamiento las tiranías, y el vínculo hombre-tierra será tal que en muchas ciudades , sólo los propietarios podían ser ciudadanos , y en todas, sólo los ciudadanos podían poseer tierras.
El extranjero, por venir de fuera, no ha participado en este proceso político y social, por tanto no tiene derecho a poseer tierra.
Los matrimonios mixtos- entre un extranjero/a y un o una ateniense- eran permitidos por ley, pero a partir del a ley de Pericles del 451, los hijos de estas uniones no eran reconocidos como ciudadanos.
Todos los asuntos de los metecos en que tuviera que intervenir la justicia eran tratados por el arconte polemarco.
Ante un tribunal, eran representados por un ciudadano, su προστάτης , de modo que no defendían ellos mismos sus causas en un juicio, práctica que era considerada como una obligación y un derecho para cualquier ciudadano ateniense.
De ser asesinado un meteco, la pena establecida era el exilio, y no la muerte, como correspondía para el asesinato de un ciudadano.
Tenían libertad para celebrar los cultos de sus países de origen y para agruparse en asociaciones religiosas, θίασος . De la misma manera, en la celebración de algunas fiestas oficiales de la ciudad, ocupaban un lugar aparte para ellos.
Administrativamente, los metecos estaban censados y repartidos entre los distintos demos, pero no poseían ningún derecho político, por tanto estaban excluidos del gobierno y administración de la ciudad: no tenían el derecho y ,al mismo tiempo la obligación, de acudir a las sesiones de la asamblea, de ser miembro del consejo, de formar parte de los tribunales de justicia, de ejercer las funciones de carácter religioso cuando correspondiera…con lo cual, exentos de toda responsabilidad política, en el sentido etimológico del término, se dedicaban a trabajar contribuyendo en gran manera al poderío económico de la ciudad: muchos prosperaron en el artesanado y la industria ( en los telares, tratamiento de pieles, la cerámica, la metalurgia…-aquí incluiríamos a la familia de Lisias); otros en el comercio , exportando vino , aceite, mármol , plata acuñada, e importando productos de los que la ciudad era deficitaria como cereales, madera o esclavos; otros ejercieron de banqueros, médicos, o cualquier otra profesión que hoy llamaríamos liberal. Recordemos a Lisias, de Siracusa, dedicado a redactar discursos judiciales para sus clientes.
No menos fue su participación en el prestigio intelectual y artístico de Atenas: muchos extranjeros ya célebres en su patria acudieron a Atenas, atraídos por su esplendor, y se instalaron en ella por largo tiempo o definitivamente:
el historiador Heródoto de Halicarnaso; pintores como Polignoto de Tasos, Zeuxis de Heraclea, Parrasio de Éfeso; el médico Hipócrates de Cos; filósofos como Anaxágoras de Clazómenas, Aristóteles de Estagira; el arquitecto Hipódamo de Mileto; sofistas como Protágoras de Abdera, Gorgias de Leontinos, Hipias de Elis, Pródico de Ceos; poetas como Ión de Quíos; oradores como Iseo de Calcis, Dinarco de Corinto y Lisias de Siracusa.
Atenas, en el s V, modelo para las otras ciudades, como diría Pericles, fue una ciudad abierta, hospitalaria, pero políticamente se reservaba para los suyos. Y , a pesar de esta limitación, , se convirtió en la segunda patria para muchos hombres de todas partes de Grecia, que veían en ella el lugar ideal para desarrollar sus capacidades intelectuales o económicas.
**detalle exterior del duomode Ortigia-Siracusa, Sicilia