lunes, 3 de diciembre de 2007

Discurso de Defensa por el Asesinato de Eratóstenes.10 (Un poco de biología humana)

Al leer que Eufileto y su mujer tuvieron un hijo nos podemos preguntar qué conocimientos se tenían en el s IV aC sobre la procreación.

Sigo a Aristóteles en sus obras de biología Investigación sobre los animales, Libro VII y Reproducción de los animales, Libro I:


La concepción

Aristóteles señala que el hombre y la mujer, con relación a la reproducción, son diferentes porque desempeñan funciones distintas debido a que tienen órganos sexuales distintos: la mujer tiene útero y el hombre testículos y órgano genital.

En la concepción, el hombre y la mujer participan de manera diferente: el hombre es el principio motor y generador, y la mujer el principio material.

El hombre es el ser capaz de engendrar en otro, y la mujer es la que engendra en sí misma y de quien nace el ser engendrado que existía en el principio generador.

El esperma del hombre es por su naturaleza el principio de donde surgen los seres que se forman naturalmente. El esperma es el residuo del alimento transformado en sangre en su última fase de elaboración mediante un proceso de cocción.

El cuerpo de la mujer es por naturaleza más débil y más frío que el del hombre. Como consecuencia de ello, el proceso de cocción que transforma el alimento en sangre es menos fuerte, y de ahí su incapacidad de producir esperma.
En su defecto, produce otro tipo de residuo, una gran cantidad de líquido sanguinolento que es el flujo menstrual.

Este residuo en la mujer explica que siempre esté pálida, que no tenga las venas gruesas, y en general, su inferioridad física, aunque, por otra parte, causa que las mujeres enfermen menos que los hombres, y son pocas las que tienen varices, hemorroides y hemorragias nasales.

Con todo, el flujo menstrual era considerado indispensable para la concepción; era la materia que aportaba la mujer, pues el embarazo se producía después del final de la regla, y las mujeres que tenían todo tipo de irregularidades, por lo general, eran estériles.

Aristóteles afirma que, en la concepción, el hombre proporciona la forma y el principio de movimiento, es el ser que engendra, el motor, el agente, la fuerza, principio activo; en cambio, la mujer aporta el cuerpo y la materia, es el ser del que sale el ser engendrado, el ser paciente, el ser que recibe la forma del agente, principio pasivo.

Una vez el esperma ha sido recibido en el útero, y se queda allí, se forma a su alrededor una membrana; después, otra membrana adherida al útero lo recubre todo, y entre las dos se forma un líquido acuoso y sanguíneo. El feto efectúa su crecimiento a través del cordón umbilical que lo une al útero de la madre.

El período ideal fértil para la mujer comprendía entre los 21 y los 40 años. Podían concebir antes, pero engendraban criaturas pequeñas e imperfectas, y los partos eran más laboriosos. Algunas mujeres, excepcionalmente, tenían la menstruación hasta los cincuenta años. El cuerpo envejecía antes en las mujeres que habían tenido muchos partos.

Por otro lado, se pensaba que hasta los 21 años el esperma del hombre era infecundo; y a partir de ese momento, eran capaces de engendrar hasta los sesenta años; excepcionalmente, hasta los setenta. El cuerpo envejecía antes en los hombres libidinosos.

El embarazo

Para Aristóteles, un síntoma claro de embarazo era cuando, inmediatamente después del coito, el esperma permanecía siete días en el interior de la mujer.

Se distinguía a una mujer embarazada sobre todo en los flancos, pues muchas mujeres enseguida se ensanchaban. Aún con alguna excepción, normalmente se distinguía una mujer portadora de un embrión de sexo masculino por el movimiento de éste hacia la derecha del cuerpo de la madre a los 40 días; el embrión femenino se movía hacia la izquierda en torno a los 90 días.
Dentro del vientre materno, el feto hembra tardaba más en conseguir el desarrollo de todas sus partes que el feto varón.

Los abortos ocurridos durante los siete primeros días eran considerados “derrames”; los que se producían desde entonces hasta los 40 días, “pérdida de un hijo”.

Las dolencias del embarazo eran la pesadez en todo el cuerpo, deslumbramientos, dolores de cabeza, náuseas y vómitos; en general, las embarazadas de un feto hembra experimentaban más molestias: peor color, más pálidas, tumores en las piernas e hinchazones en la carne.

Las mujeres embarazadas experimentaban todo tipo de apetitos, y sufrían cambios de humor, especialmente las embarazadas de niñas.

El período de gestación era de siete, ocho y nueves meses, y la inmensa mayoría de diez (se trata de meses lunares: de 28 días).

Los hijos que nacían en el período comprendido entre los siete primeros meses no sobrevivían; en el octavo, la mayoría perecían y, si sobrevivían, se explicaba por un mal cálculo de la madre. Este mes era especialmente peligroso, pues no solamente los hijos nacidos en este mes no sobrevivían, sino que también en muchos casos perecía la madre. También resultaba especialmente crítico el cuarto mes.

El parto

Se consideraba un parto normal cuando el feto, tras haber invertido la posición de la cabeza, sacaba ésta por delante. En todos los otros casos el nacimiento era anormal.

Según en qué parte del cuerpo sentía la madre los primeros dolores, se preveía un parto más o menos complicado.

La mayor parte de las veces las mujeres daban a luz un solo hijo, pero a veces tenían gemelos. El número máximo constatado de niños nacidos de un solo parto era de cinco, y como caso insólito Aristóteles habla de una mujer que en cuatro partos dio a luz a veinte hijos, y la mayoría de ellos llegaron a mayores.

Los gemelos no tenían menos posibilidades de sobrevivir, a no ser que fueran de sexo diferente.

Habla también Aristóteles de la superfetación. Aunque rara, a veces sucedía: durante la gestación , al mantener la mujer relaciones sexuales, podía concebir un segundo feto; si este era concebido mucho después del primero, ello causaba tremendos dolores y provocaba el aborto del primer feto; pero si era concebido poco después del primero, había muchas posibilidades de que los dos fetos sobrevivieran. Como antecedente mítico se cita el caso de Heracles e Ificles.

Después del parto y de la expulsión de los humores, sobrevenía la leche en abundancia a las mujeres, hasta el punto que en algunas fluía por varios lugares del seno, e incluso por las axilas.

No se recomendaba beber vino, sobre todo no rebajado, ni alimentos que causaran flatulencia o pereza intestinal.

La mayoría de los recién nacidos sufrían convulsiones, algunas tan fuertes que les causaban la muerte; especialmente críticos eran los siete primeros días, período en que la mortalidad infantil era muy elevada.


Fuentes:

Aristóteles, Investigación sobre los Animales. Trad. de Julio Pallí Bonet. Madrid: Gredos, 1992
Reproducción de los animales. Trad. de Esther Sánchez. Madrid: Gredos, 1994

Imagen: de la red



domingo, 2 de diciembre de 2007

Discurso de Defensa por el Asesinato de Eratóstenes.9 bis (El nacimiento)


“ἐπειδὴ δὲ τὸ παιδίον ἐγένετο ἡμῖν,…”
“Pero cuando nos nació el niño…”

Eran varias las divinidades relacionadas con el nacimiento: Ilítia, diosa de los alumbramientos, cuya sombra protectora ayudaba a la madre en su dolor; Hera, diosa del matrimonio legítimo y , por tanto, aliada de las mujeres casadas, cuya misión es tener hijos; Ártemis, que por haber ayudado a su madre a traer al mundo a su hermano gemelo Apolo, fue la protectora de los recién nacidos; e Ifigenia, a quien en un templo en Braurón (cerca de Atenas), como sacerdotisa de Ártemis, se le consagraban los ropajes de las mujeres muertas en los alumbramientos.

El nacimiento de un hijo tenía lugar en la propia casa, y la parturienta, acompañada por las otras mujeres de la familia, era atendida por una comadrona, no por un médico.

Ésta, era una mujer entrada en edad y, por tanto, ya no apta para concebir, pero que lo hizo tiempo atrás, de manera que, tanto su propia experiencia como el saber adquirido con la práctica de los años, le proporcionaban una autoridad respetada en cuestiones femeninas.
Se pensaba que, a diferencia de la diosa Ártemis, una mujer no era capaz de ser experta en algo que no había vivido personalmente, por tanto no podía ejercer de comadrona una mujer estéril; pero por otra parte, por el hecho de ser aqu
ella una diosa sin hijos, en su honor, las comadronas no podían ser mujeres en edad de concebir.

Su saber les permitía averiguar con prontitud si una mujer estaba embarazada o no, y por medio de drogas podían provocar las contracciones o mitigarlas; también practicaban abortos, si era conveniente.
Su habilidad se ponía a prueba en el momento del corte
del cordón umbilical y al atar el cordón al niño, evitando que muriera por hemorragia.
Además, eran unas habilidosas casamenteras, pues hacían gala de tener “ojo clínico” para recomendar las parejas que tendrían los mejores hijos.

A ellas acud
ían también las mujeres cuando tenían algún problema o enfermedad de carácter “íntimo”.


Pasado todo el peligro, y con una criatura más en el mundo, la mujer era evitada por el marido, pues se pensaba que, por el contacto con la sangre, permanecía en estado impuro, y por ello se sometía a un ritual de purificación, acompañado de un sacrificio y ofrendas textiles dedicadas a Ártemis, probablemente el mismo día en que el padre reconocía y aceptaba a la criatura como hijo legítimo (al quinto o séptimo día, pues a partir de ese día aumentaban las posibilidades de que el recién nac
ido sobreviviera).

El ritual del reconocimiento por parte del padre recibe el nombre de fiesta de las Anfidromías, y consistía en una carrera del padre alrededor del hogar con el bebé en brazos; luego lo depositaba en el suelo, todo ello en presencia de los miembros de la familia.
Con este ritual, el niño era incorporado al hogar familiar y al grupo social de la polis.

De decidir el padre abandonar a la criatura, exposición, por el motivo que fuera (por ser ilegítimo, por exceso de hijos, por falta de recursos para criarlo, por ser hembra…) lo debía hacer en los días anteriores a las Anfidromías, cuando el niño, a ojos de todo el mundo, todavía no tenía existencia real.

Igualmente legítima era la práctica del aborto, que se producía en la mayor parte de los casos entre el séptimo y los cuarenta primeros días, siempre con el consentimiento del marido.

Para evitar el embarazo se utilizaban métodos anticonceptivos como los que cita Aristóteles en el libro VII,20 de su Historia de los animales: “Esta es la razón por la cual, en ciertos casos , se practica, en la parte de la matriz en donde cae el esperma, una unción con aceite de cedro o con albayalde o con incienso diluido antes en aceite”.

Fuentes:
-Platón, Teeteto, 149ª. The Perseus Digital Library.
-Aristóteles, Investigación sobre los Animales. Libro VII. Trad. de Julio Pallí Bonet. Madrid: Gredos, 1992

Bibliografía:
-
Louise Bruit Zaidman, “Las hijas de Pandora”, en Historia de las mujeres. I- La Antigüedad. Trad. de Marco Aurelio Galmarini. Madrid: Taurus, 1993

Imágenes:
*Fuente de Diana, en Ortigia. Sicilia
**Detalle Mosaico de la Villa del Casale , en Piazza Armerina. Sicilia

viernes, 30 de noviembre de 2007

¿Qué le pasará a Patricia?

Hoy Patricia me ha dicho que no pensaba venir al Festival de Teatro Grecolatino de Sagunt.

Vamos a ir el jueves, 17 de Abril, mañana y tarde, para ver la tragedia griega de Eurípides "Hipólito", y la comedia de Plauto "Truculentus".

La asitencia al festival de Teatro Grecolatino es una actividad que llevo haciendo con los alumnos desde hace 18 años, y la considero perfecta para complementar los conocimientos que adquieren los alumnos sobre la Cultura Clásica, estén en el nivel que estén.

Al principio íbamos a Segóbriga, ya lloviera o nos pusiéramos como gambas por el descaro del sol.

También fuimos a Tarragona, y completábamos el día con una visita guiada por la ciudad descubriendo su arqueología romana.

Desde hace unos cuantos años, vamos a Sagunt, más cerca; y
aparte de las representaciones, participamos en los talleres, o nos damos una vuelta y ojeamos todo lo que montan los compañeros de Sagunt.

Pues bien, me ha dicho Patricia que no iba a venir. ¡Sería la primera vez que me pasa!

¿Qué le pasará a Patricia?

En 2º de Bachillerato somos pocas (todo mujeres) y buenas; Patricia, apenas cuatro años en España, pues es búlgara, habla y escribe el castellano perfectamente, hasta el punto que algunos no le notan que no es de aquí. Es muy trabajadora y tiene un nivel de morfosintaxis griego muy bueno; en fin, aparte de su carácter y el mío, que a veces chocan, es una chica estupenda a la que aprecio mucho.

¡Si el año pasado se vistió de romana!

Así que no desisto, y sigo intentando convencerla para que venga a Sagunt: para que veamos juntas las representaciones (la tragedia, siempre tan solemne con el coro y, en cambio, la comedia, más desenfadada, jocosa y divertida); comamos, visitemos los talleres para dejarnos sorprender con sus curiosidades etc...

En resumen, se trata de pasar un día agradable, fuera del recinto del centro, con compañeros y profes, aprendiendo y disfrutando de nuestros antepasados clásicos.



"Ludere et discere"

(Con cariño, Patricia)

Imágenes:
*Patricia de romana
**Mis otras queridísimas alumnas de 2º conmigo.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Discurso de Defensa por el Asesinato de Eratóstenes.9(Arquitectura de la casa griega)


“…οἰκίδιον ἔστι μοι διπλοῦν, ἴσα ἔχον τὰ ἄνω τοῖς κάτω κατὰ τὴν γυναικωνῖτιν καὶ κατὰ τὴν ἀνδρωνῖτιν.”

“…tengo una casa pequeña de dos plantas, que tiene la parte de arriba igual a la de abajo en cuanto al gineceo y la sala para los hombres”.

La casa fue el espacio de la ciudad reservado para la vida de las mujeres, por naturaleza y por ley, y fueron ellas las que la habitaban constantemente, ocupadas en sus múltiples tareas domésticas, a diferencia de los hombres, que pasaban la mayor parte de su tiempo fuera de ella.

Las casas eran modestas, de planta irregular y, desde luego, variaban en tamaño y decoración según las posibilidades económicas de cada familia.

Las más completas constaban normalmente de dos pisos con diversos cuartos distribuidos en torno a un patio abierto, central, αὐλή, de donde recibían luz y aire.

De haber ventanas al exterior, eran pequeñas y estaban en el segundo piso, con lo que el aspecto externo de la casa resultaba desnudo y poco atractivo.

La puerta de entrada, que tenía un llamador o ῥόπτρον, ocupaba un espacio lateral de la fachada, y de allí arrancaba un estrecho corredor que conducía, no siempre de forma directa, al patio central.

Más adentro, se hallaban la sala reservada para los hombres, ἀνδρών , o sala espaciosa que servía para que el marido recibiera las visitas, donde se colocaban en círculo bien asientos o camas para reclinarse, el dormitorio, alguna alcoba para los esclavos varones y alguna sala destinada a despensa .

Las mujeres (esposa, hijas, esclavas) podían estar en el patio interior, en el que podían tomar el aire protegidas de miradas indiscretas, pero pasaban gran parte del tiempo en el gineceo, γυναικών, recinto separado del resto de dependencias y lo más alejado posible de la entrada o, en las casas de doble piso, ubicado en la planta superior. Allí trabajaban en el hilado y tejido, y se ocupaban de los niños pequeños.

Los muros eran de adobe, y por dentro solían estar cubiertos con estuco y pintados.

Los techos eran horizontales, ya de barro apretado y endurecido, o ya de tejas.

En época helenística, se percibe una mejora en los materiales de construcción y en la confortabilidad interior: plantas más regulares, patio interior agrandado y adornado con peristilo, paredes decoradas simulando incrustaciones de mármol y suelos con bellos mosaicos.

Los muebles eran sencillos y modestos: camas, divanes, sillas, sillones, arcones, escabeles y mesas no muy grandes de tres pies.

De gran variedad y belleza eran los diferentes vasos de cerámica que utilizaban para las libaciones, el aseo personal, el almacenaje de sólidos y líquidos, para beber y para la comida.

En el Económico de Jenofonte, Iscómaco es el propietario de una casa a la que acaba de introducir la mujer con quien se ha casado. Para él, no hay nada más útil y hermoso que el orden en una casa, y explica a Sócrates de qué modo enseñó a su mujer a ordenar y distribuir los enseres domésticos:
IX, 2-5:

“Lo primero que decidí fue enseñarle las posibilidades de la casa. Porque, desde luego, tiene pocos elementos decorativos, Sócrates, pero las habitaciones están construidas con el objeto de ser los receptáculos lo más adecuados posible para lo que van a contener, hasta el punto que ellos mismos invitan a poner lo que conviene en cada uno. En efecto, el dormitorio, por lo seguro de su situación acoge las colchas y enseres de más valor; los cuartos secos de la casa, el trigo; los frescos, el vino; los luminosos, los trabajos y vajillas que necesitan luz. A continuación, le fui enseñando los cuartos de estar para la familia, muy decorados, que son frescos en verano y cálidos en invierno…Le mostré también el alojamiento de las mujeres, separado con una puerta con cerrojo del de los hombres, para evitar que se saque algo de dentro que no convenga ni puedan procrear hijos los esclavos sin nuestro consentimiento”.

Luego, tras separar todos los enseres por grupos, llevaron cada uno al lugar conveniente, donde eran almacenados en grandes arcones.

Y este es el inventario de lo que tenían:
IX, 6-7:

Para los rituales

“Empezamos reuniendo lo que necesitábamos en los sacrificios”

Vestuario y ropa del hogar

“las galas festivas de las mujeres”

“las ropas de los hombres para las fiestas y la guerra”

“las colchas del aposento femenino, las del masculino”

“los calzados femeninos y los calzados masculinos”

Para la guerra

“un grupo con las armas”

Para el telar

“otro con los útiles de tejer”

Para la cocina

“otro con los de hacer el pan”

“otro con los de cocinar”

“otro con los de amasar”

“otro con los utensilios para la mesa”

“y también pusimos por separado lo que se usa a diario y lo que se reserva para las galas”

Para la higiene

“otro con los de aseo”

En El Vellocino de Oro tenéis tres posts estupendísimos sobre la recreación de una casa griega de la isla de Delos del s II aC.

Fuentes:
Jenofonte, Económico. Trad. de Juan Zaragoza. Madrid: Biblioteca Clásica Gredos, 1993

Bibliografía:
-Susan Woodford, “La arquitectura y el urbanismo”, en Introducción a la historia del Arte. Trad. de Luís Urpinell. Barcelona: GG, 1990
-A. Petrie, “La vida privada en Grecia”, en Introducción al estudio de Grecia. Trad. de Alfonso Reyes. Méjico: Fondo de Cultura Económica, 1978

Imágenes:
*Yacimiento arqueológico de la ciudad de la antigua Tera (Santorini)
**Planta de dos casas griegas de Atenas del s.V (sacado del libro de S. Woodford)
***Planta de una casa griega de Priene del s IV (sacado del libro de S. Woodford)


domingo, 25 de noviembre de 2007

Discurso de Defensa por el Asesinato de Eratóstenes. 8(La mujer y los funerales)

ἐπ᾽ ἐκφορὰν γὰρ αὐτῇ ἀκολουθήσασα ἐμή γυνὴ…”
“Pues al ir mi mujer en el séquito para el entierro…”

Esta era una de las ocasiones, junto con las ceremonias religiosas, en que una mujer ateniense podía salir de su casa de acuerdo con las leyes de la ciudad.

Las mujeres desempeñaban un importante papel en los rituales relacionados con la muerte.

En primer lugar, ellas eran las que se encargaban de lavar, untar con esencias perfumadas y vestir con ropa blanca el cadáver, que era colocado sobre un lecho para que amigos y familiares lo vieran por última vez. El difunto quedaba expuesto así, con la cara al descubierto y con los pies dirigidos hacia la puerta, durante un día o dos(πρόθησις).

Podían entrar en la casa mortuoria todos los hombres que se presentasen, pero mujeres sólo podían entrar las de parentesco muy próximo.
En determinadas épocas se colocaba una moneda en la boca del muerto, según la creencia de que era indispensable para pag
ar al viejo Caronte por cruzar el alma con su barca de orilla a orilla del río Aqueronte.

Igualmente, son las mujeres las que dirigían el ritual de las lamentaciones. Sentadas junto al difunto, con trajes negros, y los cabellos cortados, exteriorizaban la pena según el rito consuetudinario: cantos fúnebres, se desgarraban las mejillas, se golpeaban el pecho y se echaban ceniza por los cabellos. En casas pudientes se contrataba a plañideras para entonar el canto fúnebre.

Dice el coro de esclavas que acompañan a Electra ante la tumba de Agamenón en Coéforas, 22-31, de Esquilo:

“Enviada del palacio, llego aquí a ofrecer estos fúnebres presentes. Mi seno resuena bajo los golpes de mis manos, y mis mejillas sangran por las heridas que han abierto en ellas mis uñas. Mi corazón se nutre de suspiros, y estos linos de luto, estos linos con que los desgraciados heridos por el infortunio velan su seno, también ellos hechos jirones por mi dolor han exhalado su lamento.”


Delante de la puerta de la casa se colocaba un vaso con agua lustral traída de la casa de algún vecino, de manera que, al salir de la visita, uno se rociaba con ella para purificarse (por haber estado
en contacto con un muerto), al tiempo que indicaba la presencia de un cadáver en la casa.


Antes del amanecer, tenía lugar la procesión para el traslado del cadáver al cementerio(ἐκφορά).
En brazos de familiares o esclavos, sobre el lecho en el que había estado expuesto, o en un carro tirado por animales, el cadáver era trasladado en una comitiva integrada por hombres, seguidos por las mujeres parientes cercanas y los tañedores de oboe cerrando por detrás.

En el cementerio, el cuerpo se inhumaba o se incineraba. También las mujeres eran las que realizaban las libaciones de agua lustral, vino o aceite sobre la tumba del muerto, mientras pronunciaban súplicas y frases rituales dirigidas a las divinidades del Hades.

Asimismo, ellas eran las que depositaban ofrendas junto a las estelas funerarias: coronas, ínfulas o pequeños lecitos (vasos de perfumes).

En la tragedia Las Coéforas,124-130, dice Electra ante la tumba de su padre mientras derrama las libaciones:

“Supremo mensajero entre los vivos y los muertos, Hermes infernal, escucha mi ruego. Haz que mis votos lleguen a oídos de las divinidades infernales, que velan sobre la sangre de mi padre; haz que la tierra, esta tierra que lo engendra y lo cría todo y a la que vuelve todo lo que de ella ha salido, haz que ella lo acoja también benévola. En tanto yo derramaré mis libaciones e invocaré a mi padre…”

De vuelta a casa, todos los miembros de la familia se lavaban, como ritual de purificación, y participaban de una comida.
Al día siguiente la casa era también purificada con agua de mar y un hisopo.

Tras todo esto, se celebraban banquetes al tercer día, al noveno y al trigésimo de los funerales; luego, en los días de aniversario.


Fuentes:
-Esquilo, Coéforas. Trad. de Jorge Montsiá. Barcelona: Iberia, 1979

Bibliografía:
-Robert Flacelière, “Las mujeres, el matrimonio y la familia”, en La vida cotidiana en Grecia en el siglo de Pericles. Trad. de Cristina Crespo. Madrid: Ediciones Temas de Hoy, 1989

-Louise Bruit Zaidman, “Las hijas de Pandora”, en Historia de las mujeres. I- La Antigüedad. Trad. de Marco Aurelio Galmarini. Madrid: Taurus, 1993

Imágenes:
*Estela de mármol 425-400 Atenas. British Museum
**Izquierda:Lutróforo ático. Musseo del Louvre

***Lecito 420-400 aC con Tanatos e Hipnos llevando el cadáver de un guerrero a su tumba. British Museum
****Lecitos 420-400 Atenas. British Museum

jueves, 22 de noviembre de 2007

Discurso de Defensa por el Asesinato de Eratóstenes. 7 ( Responsabilidades de la mujer casada)


“ἐν μὲν οὖν τῷ πρώτῳ χρόνῳ, ὦ Ἀθηναῖοι, πασῶν ἦν βελτίστη, καὶ γὰρ οἰκονόμος δεινὴ καὶ φειδωλὸς [ἀγαθὴ] καὶ ἀκριβὼς πάντα διοικοῦσα”.

“Así pues, al principio, atenienses, era la mejor de todas, pues era una hábil administradora de los bienes de la casa, ahorradora, y atendía todo con rigor.”

Leyendo los capítulos VII-X del Económico de Jenofonte podemos hacernos una idea y extraer conclusiones acerca de las responsabilidades de la mujer casada en el hogar en época clásica.

Dice Iscómaco, el interlocutor de Sócrates:

“…nunca paso el día dentro de mi casa, pues mi mujer se basta por sí sola para administrarla.”

Esta era la responsabilidad de una mujer cuando pasaba a su nueva vida de casada: administrar todo lo relativo a la casa permaneciendo dentro de ella.

Pero ¿en qué condiciones asume esta nueva responsabilidad? Y le pregunta Sócrates a Iscómaco: “¿la educaste tú personalmente hasta que llegó a ser como es debido o, cuando la recibiste de su padre y de su madre, ya sabía administrar lo que le incumbe?.”

Y a su vez Iscómaco le contesta: “¿Y qué podía saber cuando la recibí por esposa, si cuando vino a mi casa aún no había cumplido los quince años y antes vivió sometida a una gran vigilancia, para que viera, oyera y preguntara lo menos posible? ¿No te parece que pude estar contento si llegó a mi casa sin saber otra cosa que hacer un manto, si recibía la lana, o sin haber visto otra cosa que cómo se reparte el trabajo de la hilatura entre las criadas? Y en cuanto a la gula se refiere, Sócrates, vino perfectamente educada”.

Según esto, el marido está contento de que la mujer que recibió como esposa tuviera como cualidades la discreción, el conocimiento de las labores del telar y el control de su apetito.

Y nuevamente pregunta Sócrates “¿educaste tú mismo a tu mujer hasta que fue capaz de encargarse de los deberes que le corresponden?”

Y su amigo Iscómaco contesta: “¡Si, por Zeus!...pero no lo hice sin hacer antes sacrificios a los dioses y haberles suplicado que me concedieran a mí enseñar y a ella aprender lo que fuera mejor para ambos”.

Y al preguntar Sócrates “ ¿qué fue lo primero que le enseñaste?”, Iscómaco le respondió que antes que nada le explicó los motivos por los que se habían casado: para educar a los hijos cuando los tuvieran y administrar la hacienda que poseían en común, pues “ es propio de personas juiciosas, tanto del hombre como de la mujer, actuar de manera que el patrimonio esté en las mejores condiciones posibles y se acreciente lo más posible por medios honestos y legítimos”.


Iscómaco explica a Sócrates lo que le dijo a su mujer: “intenta cumplir lo mejor posible lo que los dioses te capacitaron para hacer y la ley ha sancionado”.

Como su mujer le preguntó: “¿y qué es?”. Iscómaco procede a explicarle todas las labores y responsabilidades que le corresponden, según él, por sanción divina y que la ley corrobora: “…ya que tanto las faenas de dentro como las de fuera necesitan atención y cuidado, la divinidad, en mi opinión, creó la naturaleza de la mujer apta desde un principio para las labores y cuidados interiores, y la del varón para los cuidados y trabajos de fuera”.

A continuación esquematizo,según Iscómaco, la diferenciación de tareas para el marido y la mujer con relación al hogar, en función de las aptitudes que la divinidad ha otorgado a cada uno de ellos:

En cuanto al hombre

En cuanto a la mujer

Aptitudes

Tareas

Aptitudes

Tareas

Cuerpo y mente para soportar fríos, calor, viajes, guerras.

Trabajos de fuera.

Cuerpo menos capaz para estas fatigas.

Las faenas de dentro.



Mayor cariño hacia los recién nacidos.

Crianza de los niños.



Carácter medroso: mayor grado de miedo

Vigilancia de los víveres.

Mayor parte de audacia

Para la necesidad de defenderse.



Memoria y atención con imparcialidad para ambos porque los dos tienen necesidad de dar y recibir.

Facultad de ejercer el debido autocontrol con imparcialidad para ambos.

Al hombre le resulta más impropio estar dentro que cuidarse de los trabajos de fuera.

Para la mujer es más honroso permanecer dentro de casa.


“ Y como ambos por naturaleza no tienen las mismas aptitudes, precisamente por ello se necesitan mutuamente, y la pareja es más provechosa porque uno puede lo que al otro le falta.”

“Además, la ley declara que son honorables las ocupaciones para las que la divinidad dio a cada uno de nosotros mayor capacidad natural.”


Estas son las instrucciones concretas que le da Iscómaco a su mujer para el buen gobierno de su hacienda:

“tendrás que estar dentro de casa”

“despachar afuera a los esclavos cuyo trabajo esté en el exterior”

“vigilar a los que tienen que trabajar dentro”

“recibir las mercancías que entren”

“repartir lo que haya que gastar”

“prever y cuidar que el presupuesto aprobado para un año no se gaste en un mes”

“cuando te traigan lana, preocuparte de que se hagan vestidos a los que los necesiten”

“procurar que el grano seco se conserve para que se pueda comer bien”

“si se pone enfermo uno de los esclavos, …procurar por todos los medios que se cure”

“cuando te hagas cargo de un esclava que no sepa hilar, la instruyas y dobles el valor que tiene para ti”

“o cuando te encargues de otra que no sepa administrar ni servir y la conviertas en una criada capaz, leal y eficiente, de un valor inapreciable”

“cuando puedas recompensar a los servidores buenos y provechosos para tu hacienda”

“castigar a los que resulten malos.”

Finalmente, Iscómaco recomienda a su mujer que , a través del cumplimiento de todas sus responsabilidades, demuestre ser mejor que él, de manera que, tal como vaya envejeciendo, “cuanto mejor consorte resultes para mí y mejor guardiana de la hacienda, tanto mayor aprecio tendrás en la casa.”

Fuentes:

Jenofonte, Económico. Trad. de Juan Zaragoza. Madrid: Biblioteca Clásica Gredos, 1993

Imágenes:

*Pyxis 850-800 aC; Oinochoe de cuello largo 800-760 aC,Atenas. British Museum
**Oinochoe con asa trenzada, estilo geométrico, 850-800 aC, Atenas. British Museum

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Discurso de Defensa por el Asesinato de Eratóstenes. 6 (El matrimonio)


“ἐπειδὴ ἔδοξέ μοι
γῆμαι καὶ γυναῖκα ἠγαγόμην εἰς τὴν οἰκίαν…”“Una vez que tomé la decisión de casarme y llevé una mujer a mi casa…”

Se utiliza el verbo γαμέω que, aunque en voz activa básicamente quiere decir casarse el hombre, aquí el término alude al hecho de que Eratóstenes ha decidido ya el día para celebrar la unión de facto con su futura mujer, introduciéndola en su casa.
No utiliza ἐγγυάω que significa dar una garantía, hacer una promesa, en particular hacer una promesa de matrimonio.

La práctica del matrimonio entre los griegos tenía dos fases una la ἐγγυή, o acuerdo privado entre el κύριος o representante legal de la joven (normalmente el padre, a no ser que haya muerto) y el pretendiente (varón mayor de edad que actúa por sí mismo). En ese acuerdo se establecía un compromiso de palabra que, a partir de ese momento, unía a las dos familias, corroborado ello por algunos testigos.

Este gesto de unión entre dos familias, sin embargo, no suponía la convivencia real de la pareja, hecho que tenía lugar tras la segunda fase del matrimonio o γάμος , que podía ocurrir unos cuantos meses después, o también sabemos de casos en que se producía al cabo de unos años, si el compromiso ocurrió cuando la novia era todavía una niña.

El matrimonio se hacía efectivo realmente con el γάμος, día de celebración y de fiesta, más parecido a nuestras bodas. Ese día era trascendental para la novia por ser protagonista pasiva de un traslado doble: uno físico, pues era trasladada de la casa del padre a la casa del marido; y otro jurídico, al pasar de la protección y tutela del padre a la de aquél.

También era trascendental ese día para la joven por ser cuando dejaba la condición de doncella y se convertía en esposa, con nuevas obligaciones y responsabilidades, a la vez que se producía su estreno en la vida sexual.

La ἐγγυή era un pacto entre hombres, acto masculino, y el γάμος o celebración estaba protagonizado por las mujeres, en cuanto que giraba en torno a la novia.

Los festejos se prolongaban durante tres días :

-el día de la víspera se realizaba el rito de purificación o baño de la novia, para lo cual un séquito iba a buscar agua a la fuente Calírroe, que era portada en un vaso con forma especial, el lutróforo; además, la novia ofrecía a las divinidades protectoras del matrimonio sus juguetes y objetos que la acompañaron en su infancia.

-el día del γάμος, con los invitados en casa del padre de la novia, tenía lugar un sacrificio y un banquete. La novia aparece ataviada con sus mejores galas llevando una corona y un velo que cubre su rostro. La acompañan en la fiesta sus amigas, su madre, parientes femeninas y la νυμφεύτρια, mujer que dirige todo el ritual.
El momento crucial de la fiesta era cuando la νυμφεύτρια levantaba el velo de la novia, τὰ ἀνακαλυπτήρια, presentándola así oficialmente por primera vez al marido, pero no se desprendía de él hasta el final del día.
En el banquete se servían platos típicos para la ocasión, algunos de ellos asociados a la fecundidad como las tortas de sésamo.
La sección masculina ocupaba los asientos separadamente de las mujeres.

Llegada la tarde, el novio llevaba a su casa a pie o en carro a la novia; detrás seguía el cortejo nupcial formado por los parientes y amigos, que alegres entonaban el himeneo o canto de boda al ritmo de flautas y oboes, y que llevaban los regalos de la novia.
La νυμφεύτρια les acompañaba portando una antorcha, y también iba en el séquito el παίς ἀμφιθαλής , o muchacho que tiene padre y madre, cuya presencia en la fiesta está constatada en las fuentes.
Los padres del novio esperaban en la puerta de la casa la llegada de la comitiva, y tras la ceremonia de recibimiento los novios se retiraban al lecho conyugal.

-al día siguiente, tenía lugar otra procesión, τὰ ἐπαύλια, en la que los padres de la novia y amigos le llevaban su ajuar y otros regalos.

Sin duda, dependiendo de las posibilidades económicas de cada familia, toda la celebración se llevaría a cabo con sencillez o derroche.

En ningún momento tenía lugar un acto que sacralizara la unión, y los dioses no estaban más presentes que en cualquier otra fiesta.



Bibliografía:
-François Lisarrage, “Una mirada ateniense”, en Historia de las mujeres. I- La Antigüedad. Trad. de Marco Aurelio Galmarini. Madrid: Taurus, 1993
-James Redfield, “El hombre y la vida doméstica”, en El hombre griego. Trad. de J. Antonio Ochoa Anadón. Madrid: Alianza Editorial, 2000.
-Robert Flacelière, “Las mujeres, el matrimonio y la familia”, en La vida cotidiana en Grecia en el siglo de Pericles. Trad. de Cristina Crespo. Madrid: Ediciones Temas de Hoy, 1989

Imágenes:
*Mosaico de la Villa Romana del Casale, Piazza Armerina. Sicilia
**Lutróforo ático. Mouseo Del Louvre

domingo, 18 de noviembre de 2007

Discurso de Defensa por el Asesinato de Eratóstenes 1-5


Francisco Cortés Gabaudán, en su libro Fórmulas retóricas de la oratoria judicial, ática hace un estudio de los discursos forenses de los oradores áticos atendiendo al uso de lo que él llama fórmulas retóricas.

Los criterios que utiliza para definir una fórmula retórica son:

-la repetición, criterio básico aunque puede darse de manera total o parcial;

-la función, habla de las siguientes funciones: de presentación de pruebas, de súplica a los jueces, de transición entre las diversas partes del discurso, de llamada de atención a los jueces, de recapitulación;

-y el emplazamiento en el texto, ya que dentro del discurso hay espacios en los que con regularidad aparecen.

Según todo ello una fórmula retórica es una expresión que responde a un esquema formal usado repetidamente, que desempeña una función en determinados emplazamientos del discurso.

Frco. Cortés aplica el método de las fórmulas retóricas para estudiar el corpus de los oradores áticos, la evolución de cada uno de ellos marcando sus distintas etapas y sus mutuas influencias.

Tanto el preámbulo o exordio de un discurso como el epílogo son las partes del discurso en las que aparece con más frecuencia la función de súplica a los jueces.

Las súplicas pueden contener una petición de atención, de ayuda, de escucha, de compasión, de memoria, de perdón, de votar a favor del que está hablando…

Pueden estar expresadas formalmente:

- mediante fórmulas retóricas con el siguiente esquema: verbo de súplica en 1ª pers (δέομαι, ἀντιβολῶ, ἱκετεύω, αἰτοῦμαι, παρακαλῶ, ἀξιῶ...) + persona suplicada, los jueces (ὑμῶν, ὑμᾶς ), aunque este complemento no es imprescindible, pues se sobreentiende; a continuación aparece muy frecuentemente ὦ ἄνδρες δικασταί + petición (or. de infinitivo, or. condicional o de participio);

- con construcciones paratácticas,

- o mediante peticiones directas: imperativo, subjuntivo prohibitivo, giros con optativo potencial, adjetivos en –τέος

En el exordio o preámbulo del discurso que nos ocupa (1-3), Lisias no ha utilizado fórmulas retóricas, en los términos en que habla F.Cortés Gabaudán, para expresar la función de súplica, pero todo él tiene un carácter formular porque utiliza bastantes giros lingüísticos para, de alguna manera, lanzar , aunque sea indirectamente, peticiones a su favor:

1- Περὶ πολλοῦ ἂν ποιησαίμην, ὦ ἂνδρες, τὸ τοιούτους ὑμᾶς ἐμοὶ δικαστὰς περὶ τούτου τοῦ πράγματος γενέσθαι : no es una petición directa , pero el giro con optativo potencial tiene el mismo efecto.

“εἰ τὴν αὐτὴν γνώμην περὶ τὼν ἄλλων ἔχοιτε, ἥνπερ περὶ ὑμῶν αὐτῶν…”: no es una petición directa, pero se sirve nuevamente del optativo potencial y de una expresión comparativa para expresar una consecuencia, que es la que a él le interesa.

3- “…ἅπαντας ὑμὰς νομίζω τὴν αὐτὴν διὰνοιαν ἔχειν…”: es una variación del caso anterior expresada ahora mediante un verbo principal y completiva. No formula una petición, ahora lo da por hecho .

“…καὶ οὐδένα οὕτως ὀλιγώρως διακεῖσθαι , ὅστις οἴεται δεῖν συγγνώμης τυγχάνειν… τοὺς τὼν τοιοῦτων ἔργων αἰτίους”.: utiliza una expresión para pedir perdón; pero , refiriéndose a su adversario, no lo pide, sino todo lo contrario.

“αἰτίους” es la última palabra del exordio, no es casual.

En la proposición o prótasis de un discurso suelen aparecer fórmulas retóricas o expresiones transicionales en función de introducción a la narración; con ellas se introduce lo que se va a relatar seguidamente.

En nuestro discurso encontramos:

4- “…με δεῖν ἐπιδεῖξαι…”: no es propiamente una fórmula por aparecer el verbo en forma no personal, pero es una expresión que utiliza el verbo ἐπιδείξω, muy frecuente como núcleo de las fórmulas transicionales.

“…ὡς ἐμοίχευεν Ἐρατοσθένης τὴν γυναῖκα τὴν ἐμὴν…”: por primera vez ahora se pronuncia en el discurso el término que ha provocado tantas desgracias.

“… τε διέφθειρε… ᾔσχυνε καὶ… ὕβρισεν…”: hay una gradación en las consecuencias del delito cometido por Eratóstenes.

5- “ἐγὼ …ὑμῖν ἅπαντα ἐπιδείξω…”: es una fórmula transicional que marca el paso a la narración; es un núcleo verbal en 1ª pers. muy frecuente en este lugar del discurso.

“ἐγὼ τοίνυν ἐξ ἀρχῆς…”: es una de las pocas expresiones transicionales que tienen como función exclusiva la introducción a la narración.

La intención de explicar “desde el principio” todas las circunstancias, tiene sentido al comienzo de la narración, no a mitad del discurso.

Bibliografía:

Francisco Cortés Gabaudán, Fórmulas retóricas de la oratoria judicial ática, Ediciones Universidad de Salamanca 1986

Discurso de Defensa por el Asesinato de Eratóstenes, 4-5


Tras el preámbulo, ahora en la proposición, Eufileto expone de manera sintética los hechos que explicará detalladamente en la narración, y los argumentos que utilizará para defenderse de la acusación.

En primer lugar, se defiende de una acusación con otra: que Eratóstenes cometió adulterio con mi mujer, la corrompió, y que deshonró a mis hijos, y a mí mismo me ultrajó entrando en mi propia casa” (parece que sólo tuvo un hijo, que es el que se menciona más adelante, pero utiliza el plural para amplificar).

Utiliza los posesivos para enfatizar, insistir en que aquello que le pertenece, lo de su propiedad, ha sido víctima de un atropello.

Luego, admitiendo implícitamente su delito, sin mencionarlo, (tampoco lo ha hecho en el exordio) recuerda a los miembros del jurado que no lo hizo por ningún motivo por los que pudiera cometerse un asesinato, como por una antigua enemistad, por dinero o para sacar algún tipo de beneficio, sino que lo hizo amparándose en la ley. Tendrá que demostrar que se trata de un caso de asesinato legítimo, por tanto justo, caso para el que tenía competencia el Delfinion.

La existencia de una enemistad entre los litigantes se admitía o denegaba según interesara: en este discurso se niega porque podría interpretarse como motivo del delito, en otros casos el acusador lo admitía para demostrar que no actuaba como mero psicofanta.

Además, no deja de aprovechar la ocasión para insistir en que lo explicará todo detalladamente sin faltar a la verdad, λέγων τἀληθῆ” , mostrándose como un hombre de bien, íntegro, que cree que la verdad está por encima de todo y es su única salvación.

“Si resulta que logro relataros todo lo sucedido”, manifiesta un tono de humildad y modestia por dudar de sus habilidades oratorias.

Ya sabemos que este tipo de expresiones formaban parte de las convenciones del género: el litigante alude a su falta de preparación para defenderse en público ante un tribunal, a pesar de que todos saben que el discurso ha sido redactado por un logógrafo.


Bibliografía:
-C. Carey, Selected Speeches, Lysias, Cambridge University
Press 1989



jueves, 15 de noviembre de 2007

Discurso de Defensa por el Asesinato de Eratóstenes, 1-3(bis)

¿Por qué en Atenas el adulterio era considerado un delito tan grave, hasta el punto de que quien lo cometiera no quedaba sometido al castigo decidido por un jurado de la ciudad, como en todos los otros casos de actuación ilícita, sino que podía actuar sobre él la justicia particular del ciudadano ofendido, causándole incluso la muerte al amparo de las leyes?

La explicación se halla en la importancia del núcleo familiar que, desde la aparición de la polis, va a ser determinante para la organización y consolidación de ésta.

En el contexto de la polis griega, la finalidad de la familia es transmitir la propiedad y los roles sociales de sus miembros, de manera que el orden político y social perviva cuando mueran los ciudadanos.

La mujer, dentro de la familia, tiene asignado exclusivamente el rol de la reproducción: su tarea es producir hijos varones que heredarán y conservarán la propiedad familiar, ciudadanos para la polis que ocuparán cargos en las instituciones que la rigen.

De ahí la preocupación de los hombres, y de la ciudad, por la actividad sexual de sus mujeres: está en juego la legitimidad de quien hereda un patrimonio familiar, el οἶκος , y de quien forma parte de los organismos institucionales que deciden sobre todas las cuestiones de la ciudad, y por tanto, sobre su futuro.

Consecuentemente, el delito de adulterio no era una cuestión de carácter privado que debiera resolverse de puertas adentro en el entorno familiar; todo lo contrario, afectaba a los mismos pilares sobre los que se asentaba la propia democracia. De ahí que un μοίχος , de no ser sorprendido en flagrante, se exponía a una acción pública, una γραφή μοιχεία, que podía ser incoada contra él no sólo por el tutor de la mujer implicada (el marido, padre o varón representante legal bajo cuya protección vive), sino por cualquier otro ciudadano que , como miembro de la comunidad, tenía derecho a denunciar cualquier acto que, más allá de las leyes, repercutiera negativamente en la ciudad.

Por otra parte, si las leyes consentían matar a un hombre sorprendido en flagrante delito, con respecto a la mujer no se pronunciaban de igual modo: era castigada con sanciones como el repudio (de estar casada), y la prohibición de participar en las ceremonias religiosas.

¿Por qué esta diferencia en la sanción?
En términos políticos, a la ciudad sólo le interesa la actuación del varón, de ahí que se regule el delito de adulterio cometido por hombres; en cambio, las cuestiones de las mujeres quedan relegadas al espacio familiar, y el castigo por adulterio que debe afrontar una mujer se circunscribe al ámbito privado.

Además, a todos los efectos, la mujer en la sociedad griega es siempre tratada como una menor, por lo que incluso en una circunstancia como ésta, aunque haya consentido y participado activamente en la infidelidad, es vista como la parte pasiva, la seducida, la corrompida.

Ello lo corroboran los verbos μοιχάω y μοιχεύω , que se usan en voz activa y media para referirse al acto en que un hombre seduce , corrompe y obtiene los favores de una mujer casada, ( complemento de persona que aparece en acusativo); en cambio, se usan en voz pasiva cuando se refieren a una mujer que se ha dejado seducir por un hombre.

Bibliografia:
Eva Cantarella, La calamidad ambigua,Ediciones Clásicas, Madrid

Imagen:
Lecito de mármol, 350 aC. British Museum