"οὕτως, ὦ ἄνδρες, ἐκεῖνος τούτων ἔτυχεν ὧνπερ οἱ νόμοι κελεύουσι τοὺς τὰ τοιαῦτα πράττοντας, οὐκ εἰσαρπασθεὶς ἐκ τῆς ὁδοῦ, οὐδ᾽ ἐπὶ τὴν ἑστίαν καταφυγών, ὥσπερ οὗτοι λέγουσι"
"De este modo , señores, aquél recibió lo que las leyes ordenan que reciban los que realizan tales actos, sin ser prendido en su camino ni haberse refugiado en el hogar, como esos dicen."
Finalizada la narración de los hechos, los párrafos 27 y 28 sirven de puente entre ésta y la argumentación.
En ellos Eufileto alude a la venganza que infligió a Eratóstenes, pero sin dar detalles ni describir el asesinato, pues existiendo otras alternativas legales ante tal situación, como hemos visto aquí, en nada le hubiera favorecido, por tanto resulta más sensato simplemente mencionar las primeras actuaciones en el momento fatal del encuentro y omitir los pormenores del homicidio.
Eufileto se defiende de la acusación de haber preparado el asesinato, pues en ese caso se trataría de un homicidio con premeditación y por tanto, de ser declarado culpable, sería condenado a muerte. Para ello, en la argumentación, aportará como prueba el testimonio de los amigos que estaban junto con él en el momento del descubrimiento.
También recalca el hecho de que la víctima no se había refugiado en el hogar doméstico, lugar en el que hubiera cometido un acto sacrílego de haber usado la violencia allí mismo, y para ello da los detalles del hallazgo de la pareja adúltera en la habitación.
¿Qué representa el hogar doméstico?
Desde la sociedad homérica el fuego del hogar, y junto a él el altar doméstico, eran el centro de la vida familiar, pues en torno a ellos ocurrían algunos de los acontecimientos importantes que jalonaban la vida de los miembros de una familia en forma de ritos sagrados. Así, por ejemplo:
-los novios, el día de la boda, se colocaban delante del hogar y ofrecían un sacrificio a los dioses para pedirles prosperidad en su futura vida en común
-con la llegada del primer hijo, en el quinto día del nacimiento, tenían lugar las Anfidromías, rito que consistía en la carrera del padre con el recién nacido en brazos alrededor del hogar, en señal de reconocimiento como vástago legítimo; seguidamente lo depositaba en el suelo, junto al hogar, y con ello el hijo quedaba integrado en la familia y en el cuerpo social de la ciudad.
-también los esclavos comprados, que entraban a formar parte de una familia, eran recibidos en ésta siguiendo un rito que consistía en sentarse junto al hogar, y la dueña de la casa colocaba sobre su cabeza higos, nueces y golosinas.
El hogar estaba revestido de un carácter sagrado, en torno a él se reunían los miembros de una familia y llevaban a cabo las ceremonias rituales presentando las ofrendas a sus dioses con ocasión de diversas celebraciones: el marido dirigía el sacrifico de las víctimas y la mujer se encargaba de los gestos rituales de las libaciones y las plegarias.
Precisamente por su carácter sagrado, el hogar familiar podía ser contaminado por todo tipo de actos considerados impuros que junto a él se realizaran: las relaciones sexuales, por ejemplo, debían tener lugar lejos de su emplazamiento.
Asimismo, era lugar de refugio o de protección sagrada para quienes se acogieran a él en acción suplicante, bajo amenaza de cometer un delito de impiedad quien osara usar de la fuerza en ese espacio tenido por inviolable.
En La Odisea VII, 733 y ss, una vez entrado en el palacio de Alcínoo, Odiseo se apostó a las rodillas de la reina Arete, como suplicante, y les imploró para que le ayudaran a volver a su patria. Seguidamente, se sentó junto a la lumbre del hogar, en la ceniza, hasta que el mismo Alcínoo lo levantó y le hizo sentar en una silla para rendirle los honores de hospitalidad:
“Arete, hija de Rexenor, que parecía un dios! Después de sufrir mucho vengo a tu esposo, a tus rodillas y a tus convidados, a quines permitan los dioses vivir felizmente y entregar su herencia a los hijos que dejen en sus palacios, así como también los honores que el pueblo les haya conferido. Mas aprestadme hombres que me conduzcan, para que muy pronto vuelva a la patria; pues hace mucho tiempo que ando lejos de los amigos, padeciendo infortunios.
Dicho esto, sentóse junto a la lumbre del hogar, en la ceniza; y todos enmudecieron y quedaron silenciosos.”
En Las Tesmoforiantes de Aristófanes, Mnesíloco, haciéndose pasar por una mujer, recuerda algunos de los defectos de las mujeres, y en especial la infidelidad, y explica al resto del grupo los ardides a los que recurrió en una ocasión para engañar a su marido. A continuación, menciona que después de estar con el amante se acostó en el altar y se apoyó en el laurel sagrado.
¡Probablemente para hacer creer la decencia y honradez que no tenía!
Fuentes:
-Homero, La Odisea. Trad. de Luís Segalá Estalella. Barcelona: Ed. Bruguera, 1967
-Aristófanes, “Las Tesmoforiantes”, en Comedias Completas II. Trad. de Juan Bautista Xuriguera. Barcelona: Iberia, 1976.
Afrodita desnuda sorprendida en el baño. British Museum
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